“Yo soy la
vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí
no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé
más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os
he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el
sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la
vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid;
vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da
mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno
no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca;
luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí,
y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo
conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y
seáis mis discípulos. Como el Padre me amó, yo también os he
amado a vosotros; permaneced en mi amor”.
Juan 15, 1-9
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